Recordando al Papa Francisco: Un Pastor del Amor de Cristo

Este Adviento, como equipo, pasamos tiempo juntos leyendo la última encíclica del Papa Francisco, Dilexit Nos ("Él nos amó").

En ese momento, el Papa Francisco estaba vivo y bien.

No teníamos idea de que solo unos meses después, su viaje terrenal llegaría a su fin.

Mirando hacia atrás, estamos profundamente agradecidos de que nos detuvimos durante la temporada de espera esperanzadora para estudiar lo que se convertiría en su enseñanza final y más personal.

En retrospectiva, parece que Dios estaba preparando nuestros corazones — dándonos la oportunidad de sentarnos a los pies de un buen y fiel pastor una última vez.

En Dilexit Nos, el Papa Francisco reflexionó sobre el Sagrado Corazón de Jesús — el Corazón que late con un amor divino ilimitado, y que nos invita a modelar nuestro propio amor humano a su imagen.

Nos recordó que el amor de Dios no es distante o abstracto; es tierno, presente y profundamente personal.

El Corazón de Cristo, herido y glorificado, nos llama a recordar que Él está siempre con nosotros, incluso en las partes más simples y ordinarias de nuestras vidas.

Si viviéramos con conciencia constante de su presencia permanente, qué diferentes serían nuestros días.

No estaríamos tan rápidos en perseguir las distracciones y promesas vacías del mundo.

En cambio, encontraríamos nuestro descanso — y nuestra verdadera alegría — en el Corazón que nos amó primero.

Un Pastor Según el Corazón de Cristo

Hay muchas cosas que podemos decir sobre el Papa Francisco, pero lo que más destaca es que realmente vivió como un buen pastor.

No permaneció distante del rebaño.

Se arremangó, entró en el desorden de la vida humana, y buscó a los perdidos, a los quebrantados y a los olvidados.

Fue el pastor que nos recordó que la Gran Comisión no se cumple desde detrás de un escritorio o a una distancia cómoda.

Requiere que "nos ensuciemos con las ovejas," que caminemos junto a los cansados, que nos sentemos con los que sufren y que extendamos amor a aquellos que son más difíciles de amar.

El Papa Francisco nunca se cansó de decirnos que el Corazón de Cristo late especialmente por los pobres, los marginados e incluso aquellos que odian la Iglesia.

Como Cristo, no vino a condenar sino a llamar a todas las personas al abrazo misericordioso de Dios.

Nos enseñó que el amor — el verdadero amor — es exigente.

Requiere sacrificio, humildad y la disposición de entregarnos sin contar el costo.

Y, sin embargo, también nos mostró que las exigencias del amor son lo que en última instancia conduce a la plenitud de la vida.

Un Legado de Amor

Mientras lamentamos el fallecimiento de nuestro Santo Padre, también celebramos el increíble legado que deja atrás.

Dilexit Nos — "Él nos amó" — no fue solo el título de su encíclica.

Fue el resumen de su vida.

Nos amó — no perfectamente, como solo Cristo puede, sino con un corazón que trató de reflejar el amor ilimitado del Sagrado Corazón de Jesús.

Hoy, oramos por el descanso de su alma.

Pedimos al Buen Pastor que reciba en casa a su fiel servidor, que pasó su vida cuidando del rebaño que se le confió.

Y nos comprometemos nuevamente a vivir lo que el Papa Francisco tan a menudo nos pidió:

Salir, amar sin miedo, abrazar las exigencias de la misericordia y recordar que Cristo está siempre — siempre — con nosotros.

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